algunas boludeces que suscribo

Hay más similitudes que diferencias en los trabajos de un escritor y un mago. El mago ejerce un oficio con sus reglas, sus procedimientos, con sus trucos, prohibiciones y hasta con su ética. El escritor es alguien versado en las estructuras literarias, en la narrativa, que conoce los trucos de otros magos y que intenta mejorarlos o cambiarles el sentido.
Escribir es meramente contar o reproducir un hecho. Es eso, y también es no hacer eso. A veces escribir es no mostrar, es omitir decir algo, es ir en el sentido contrario al que parece que uno va. El escritor tiene un ojo puesto en la realidad y otro en lo que está escribiendo, y su propio discurso, su propio texto forma parte de lo que está queriendo decir o de lo que está queriendo no decir. El hecho de nombrar a un perro cuando uno quiere hacer aparecer un perro en un cuento es una ingenuidad

Esta intención abarcativa era vista cuando yo era chico, especialmente por mis tías, como una actitud frívola. Se pensaba en aquellos años que lo verdaderamente serio no podía ser nunca interdisciplinario, que lo serio era dedicarse a una sola actividad de un modo exhaustivo. Una de las características más felices de la posmodernidad es quizá esta necesidad de conexión entre las disciplinas y particularmente las artísticas

El Estado debe hacerse cargo de todas las áreas que no les interesan a los mercaderes, de modo que la complejidad, la inteligencia, la heterodoxia, la experimentación, la reflexión, etc., deben tener un espacio sin fines comerciales y con sentido benéfico. Los canales del Estado no hacen eso

Nuestro destino es tan poco relevante que después de todo no tiene mucho sentido decir que es preferible ser uno que otro, es decir, vistas nuestras conductas a la distancia, son tan iguales y tan irrelevantes como a nosotros nos parecen las conductas de los insectos. Por otro lado, no hay tiempo de ser nadie, hay básicamente sustituciones: un hombre que parece ser irreemplazable resulta reemplazado, alguien vuelve a su casa después de treinta años y se equivoca de casa y nadie le dice nada, dos personas combinan una cita amorosa a través de una pared y a la cita concurre otra persona. Y así. Estos amargos ejemplos nos producen la idea de que, finalmente, da lo mismo ser una persona que otra

En algún momento el artista recibe ideas que vienen desde afuera, que no provienen de su inconsciente ni del fondo de su mente ni de su memoria, ni de su erudición, ni tampoco de la influencia de otros escritores y poetas que ha leído; estas ideas vienen del exterior

Terminé por admitir que sólo dos musas operan ciertamente. La mujer que uno ama es siempre de algún modo la musa, secreta, individual, intransferible, uno reconoce en ella su propio canto y encuentra una fuerza exterior que a veces dicta; la otra es la muerte, porque qué otra cosa que nuestra finitud nos obliga a escribir. Una raza de inmortales probablemente no escribiría porque no tendría necesidad de hacerlo. Escribir es relacionarse con lo que no es, con lo que no será, con lo que no alcanza, con lo que falta. La muerte tira de nosotros con la misma fuerza con que tira el amor. Son dos musas que tienen forma femenina. Tres formas, la musa también

Hay algo patológico en el ejercicio de una exposición permanente

El lenguaje se ha empobrecido. No digo esto en nombre de una pureza idiomática sino más bien de una riqueza de la expresión, de una facilidad para transmitir las ideas propias, un relieve de lo que uno cuenta, solvencia para comunicar, lo cual no quiere decir academicismo. Esto se ha perdido y tiene mucho que ver -como en casi todas nuestras desgracias- la intervención mediática, con un lenguaje de relator de fútbol que se postula como ejemplo a las generaciones futuras. Por otra parte existe una pereza que reduce al mínimo la cantidad de palabras que se usan, que impide la correcta pronunciación a favor de un aflojamiento de los músculos faciales y cuya tonicidad parece requerir un esfuerzo superlativo que las nuevas generaciones no alcanzan a hacer. Hay un lenguaje de boca abierta de nula inflexión

Buscar y descubrir problemas en donde no los hay es propio de las mentes más evolucionadas. Los artistas, los filósofos, los escritores, las mentes lúcidas y brillantes tienen más problemas que soluciones. Y al revés, hay gente que tiene demasiadas soluciones incluso donde no hay problemas. Prefiero a la gente problemática

Vivo un proceso trágico, pero la tragedia está en mi propia incompetencia, en mi propia dificultad para arribar a un buen destino artístico; soy un refutador de leyendas cuando escribo, yo no escribo con el corazón, calculo cada palabra, la mido, la estudio, entiendo que hay un rigor de escalas que para mí es decisivo. No es que escriba fríamente, sólo hay una sabiduría de la escritura como la hay de la interpretación musical que es rigurosa y no permite chambonadas. Cuando un chambón trata de escribir con el corazón los resultados son malos

2 comentarios:

Blondiepower dijo...

Estoy de acuerdo en algunas cosas que escribio. Ciertamente soy una persona que prefire advinar lo que el poeta intenta decir que leerlo directamente sin que esto signifique nigun desafio para mi.

andres(con minusculas) dijo...

Uhhh, perdon Chuck no sabia que era tu cuento, avisale a la Diaria que también lo publico.