de los creadores de "Zu Duleche", "Más vale dame más que cien volando" y su precuela, "Más Vale (dame más)"

, llega esta nueva realización, donde todo lo serio podrá tomarse como choto que tendrá el mismo efecto. Incluso esta frase, que es seria.
Vuelven los hermanos malditos de Prado, Massachussets, con las mismas historias que nunca habían contado. No son los hermanos Coen, ni los Marx, ni los van der Kerkoff, mucho menos los Farrelly o los Wright o los Grimberg, ni qué hablar de los hermanos Warner, Mario o Baldwin.
Pero no crean que son los hermanos Maricarmen Cuchi Seelva Cuchi K-lvie y Nicalvilás Higeene Selva. Simplemente, los creadores de Zu Duleche, Más vale dame más que cien volando y su precuela, Más Vale (dame más).



El arranque no fue auspicioso. Si esto quisiera editarse algún día, el arranque no fue auspicioso me parece una buena oración para el empiece, una forma auspiciosa. En cambio, sería excelente que cerrase la obra.
Si esto quisiera editarse algún día, sería un equívoco que la tercera oración comience con en cambio, y que próximo a eso no esté escrito algo exactamente distinto, que justifique ese en cambio. ¿Por qué sería una mala opción?
Hacerse preguntas y respondérselas es técnica del robo, es escribir como se habla y nunca, jamás nunca debe escribirse como hablarse. Me parece un camino erróneo que mermaría el auspicio del comienzo. Esa es la respuesta.
Indicar cuál es la respuesta de cada pregunta que me (nos) haga, va a ser la tónica de mi vida, y especialmente de mi prosa. Es que soy una persona frágil y vanidosa. De hecho, quedo echo pedazos si el que me lee no entiende lo que lee, por eso explico todo. Me encanta darle todo bien digeridito a mi público. Los considero bastante menos que yo, a todos, pero especialmente a mi público. Yo no me debo a él. Yo me debo a mi púbico.
Nada de ambigüedades al principio lady, supongo es un axioma del buen manual del escritor, o del manual del buen escritor, o del escritor manualmente bueno.
María Norma, el humor, Cortázar, fútbol, José Pepe, el hombre que sufre por una cagadita que se mandó cuando guacho pero un grano de arena y una roca en el agua se hunden igual, todo entreverado, incoherente, incoherente en una primerísima vichada. ¿Dialogar con Cortázar?: siempre supe que sos bastante trastornadita. La verdad, no había entendido mucho.


El vómito de citas y alegorías y confesiones y cursivaycomillas y descripción y revulsión me había dejado embarullado, confuso y trastornado y caliente y desilusionado y sin saber qué responder, porque claro, hay que responder. Debía hacerlo.
Pero para responder como es debido tenía primero que entender lo que había leído. Así que leí de vuelta.
Y esta vez fue distinto. La cosa había cambiado. Entonces sí, ni bien terminé, me puse a leerlo otra vez. Más tranquilo. Seguro de mí, porque sabía que la cosa había cambiado. Fui viendo, yendo a veces para atrás, releyendo. Me llevó el doble de tiempo que la primera vez, pero sirvió. Al fin me quedó.
Una duda inmensa, así que lo leí otra vez. Y otra. Y otras dos. Cuando terminé la última, me distendí y sonreí. Qué hija de puta. Para reconocer la brillantez y disfrutar, nuevamente lo leí, por antepenúltima vez.
Terminé cansado. Era tarde, fui a dormirme. Al otro día lo leí dos veces. Y entonces me quedó clarísimo. Debía leerlo una vez más para sacarme las dudas. Lo hice.
Cuando al fin terminé, mis pensamientos se despejaron y escaparon como por una claraboya abierta. Tu obra es sin igual y sinigual.


No hay párrafo susceptible de tirarse a la letrina. Es desagradablemente redundante ver entrecomillados de palabras en K (cursiva) (ka) (cursiva). Mija, o es cursiva o es comillas.
No hay párrafo que no diga nada. Hasta el más clisero y último logra su efecto. Esto, si el lector es capaz de abstraerse de la grasa y primitivismo de esas palabras y a la vez ensoga ese párrafo con por ejemplo, el párrafo inmediato anterior escrito con la misma tipografía. Si lo logra, podrá identficar links excelsos, finas sutilezas, delicias de balanza como el ejemplo de poner de un lado un caño autopase al borde del área que te deje de cara al arco, ponerse nervioso luego y picarla, que pegue en el travesaño y se vaya; y del otro lado, un gol en la hora con la nuca. Como exigiste, yo incliné la balanza. No hace falta decir para dónde.


La acumulación de signos de exclamación es más asqueante que la suma cursiva-comillas, pero mucho menos que (risas). El título es un homenaje al no.

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