estábamos viendo si salía

Y de repente, apagón. Ninguno de los cuatro se sorprendió por eso. Era tremenda tormenta la que estábamos sufriendo hacía ya, dos días.
El apagón es un traidor. No te avisa que está por llegar, y el que avisa no traiciona. No prendimos velas; ninguno de los cuatro fuma.
Revisamos los cajones de la cocina, los cajones del cuarto y los del baño, en busca de velas. Encontramos cinco. Las prendimos, las cinco.
De repente, apagón de velas. Nada más pudimos hacer, salvo acostarnos.
Al otro día seguíamos sin luz. Eso nos privaba de algunas cosas: no podíamos prender la luz, usar el calefón, ver la televisión prendida, apagar la luz.
Eso sí, teníamos luz natural. Y no quedaban vestigios de temporal. El sol enceguecía y picaba. Nadie precisaba prender la luz, ni bañarse, ni encerrarse a embobarse.
Nos fuimos de casa. Soledad se quedó.

1 comentario:

Filiberto García Andrade dijo...

Solo hay dos cosas que me resultan, figuradamente, un dedo en el orto: la oficina de correos y los que no tienen huevos.

Este pequeño cuento es muy bueno. Son interesantes los juegos de luz que se usan, y es excelente la evocación a las limitantes imaginarias que el ser humano se autoimpone.

Es bueno también saber que las críticas constructivas a la obra del Sr. Bacalau hacen mella, estableciendo un agradecimiento “tácito” a mi invasión en su medio creativo.

Pero es lamentable lo poco hombre que ha estado el Sr. Bacalau. No se tome el mariconismo tan a pecho que así siempre va a ser un mediocre. Los verdaderos escritores defienden su obra a capa y espada. Los verdaderos artistas se burlan de las malas críticas apostrofando al crítico de ignorante inquisidor e idiota.

Me dirá
-No hay defensa a tamaña basura copiada de algún barato programa de televisión que se alimenta de otras bostas televisadas-.

Invente buen hombre.

He aquí lo que debió haber respondido.

-Usté no entiende nada Don Filichun. Es un viejo ignorante que cree que la vida pasa por lo heroico y desinteresado. Madure papanatas. El mundo es una mierda y hay que vivir con eso. Y no hay nada mas real que escribir, emulando las palabras de Julio Cortázar, sobre lo ridículo cotidiano, y sobre la miseria de la cultura popular. ¿No entiende lo que es una ironía viejo choto?-.

Los verdaderos escritores defienden su obra de los ataques de la chusma. Pero no confunda esto con la soberbia so tarado. Tenga humildad, tenga autocrítica, siempre que algún lameculos entre a sobarle parele el carro.

- Ese cuento es maravilloso Don Baca-. Le van a decir los chupasangres de simpre.

¿Y que tiene que responder usted?
-Es una mierda. Lo escribi cagando en el baño de un ómnibus a Jaureguiberri; es tan mierda que en lugar de tinta use caca-.

Dese vida Sr. Bacalao, pero eso si, con criterio.