Una vez escuché a un escritor “decir” que un escritor genuino debe haber saboreado al menos una vez la satisfacción por querer narrar sobre sexo y violencia. Nada “dijo” sobre hacer efectiva esa voluntad. Sólo “hablaba” de la satisfacción.
Él no se consideraba un genuino escritor. Cuando tenía ocho años le amputaron la lengua; había que hacerlo. No llegó a saborear esa satisfacción.
En este momento, lo que ansío más en el mundo es escribir un cuento de ficción, que sea onírico, estruendoso y repulsivo. Y bueno. Antes de este momento, lo que más ansiaba en este fabuloso mundo era a una anciana hacerle un favor.
Cuando lo intento siempre me salen lights, con descripciones repugnantes cuando debieran ser nauseabundas y eméticas. Los personajes, tibietones que no llegan al calor de una quemada de paladar por ser indefinidos; umbrales sin zaguanes; sueños dignos de mentes trastornadas mas no quimeras; lugares lúgubres en vez de lóbregos. Nunca logro que el lector sienta un deseo irrefrenable por cerrar el libro (en este caso apagar la pc), que no quiera leer más debido al terror en que lo sumí.
Quiero saber el truco de las comas y los puntos, exactos y exactas, ubicados inequívocamente para surtir efecto y ubicadas justo ahí para crear la pausa tenebrosa. Y cómo deseo esas palabras, tienen algo. Nunca las encuentro. Siempre aparece una mejor luego, cuando ya no tiene objeto volver atrás. Cuando no es de genuino volver atrás.
Otra vez escuché a otro escritor decir que ya no tenía objeto que describir. Todos habían pasado por su prosa alguna vez. El libro, el alfajor, la campana, la cadena, el resorte, el fósforo, el alfiler, la tiza, el tapón, la impresora, la espada, el trifásico, el espiral, el cordón, la alpargata, el destornillador, la hebilla, la peluca, el cenicero, el pedal, el espejo, el colador, el enterito, el monolito, la maquinita, la maquinita de afeitar, la tijera de rasurar, la tijera, la sopapa, el mamotreto, la perilla, el chupete, el pestillo, la estufa, la cortina, el estuche, el hacha, la jarra, el control remoto y la cabeza decapitada. Es decir, todos los objetos.
Este hombre concebía al objeto como aquello que no tuviese vida. No se apartaba de la definición convencional. Así supo describir al nonato, a la flor marchita, a la abeja después de picar, al imitador, a la mariposa después de un día, a la flaccidez, a la hoja caduca, al tequila soso, al cuadro con naturaleza muerta, al portero de la morgue, al fuego mezquino, al alma en pena y al difunto.

2 comentarios:

Filiberto García Andrade dijo...

Las ilusiones del Sr. Bacalao no hacen mas que reafirmar la penosa decadencia que ha instaurado el modelo consumista.

Como un ser tan creativo, capáz, ingenioso y lleno de maia puede caer en la desesperación del poeta frustrado; peor aún como este alma tocada por la pluma de Homero puede llegar, aun a sabiendas de su desmedido y sexualmente desviado ego, al imperdonable pecado de la confesión pública de dicha frustración; solo se explica a través de la miseria cultural que este sistema nos impone.

El hombre no logra transcribir las perturbadoras imágenes que acosan su mente. No logra resquebrajar la fría piedra que cubre el túmulo que es su corazón. Es un agonizante enfermo a punto de sucumbir a la solución final.

Y sería mejor así.

Porque sería preferible ingerir una triple dosis de lucindescai y despeñarse en las canteras del Parque Rodó que continuar con el flagelo que comete últimamente.

Como puede ser que un escritor de su altura caiga tan bajo. China Zorrilla ¿nuestra China?, Yeline, Patricia Wol, Claudia, María Antonia, y nose que mierda más de Tinelli y el Toti Silverto.

Anda a cagar. Que hijo de puta que sos.

Escribir sobre sexo y violencia.
Entonces segui escribiendo de Graciela Alfano nomas que no hay nada mas violento que la mierda que nos estas haciendo leer últimamente. Ya van cuatro veces que cierro la página del orto sin poder terminar las mierdas de enemistad tácita.

Escribir sobre sexo y violencia.
Hipócrita hijo de puta.
Relee a tus amigos King y al enfermo del culo y las tripas. Un poco de Edgar Allan no te vendría mal tampoco.

Anónimo dijo...

no apreciás que amplié el nombre del blog, ateniéndome a la temporada estival. con eso ya no soy un frustrado.