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-No pienso empezar por "de chiquito bla bla bla" aunque me lo pida insistentemente; en todo caso lo dejo para más adelante. Seguro en algún momento va a decirme que la desconcentró una mosca al posarse en su antebrazo o algo así, pero no importa.
De chico vengo escuchando "qué lindo nene: tiene los ojos de la madre, el pelo del hermano y el corte de cara del padre", veraz circunstancia. De no ser porque los ojos de mi vieja los tengo en el cajón de la mesita de luz, la cara cortada del viejo en formol y el cuero cabelludo de mi hermano en llegar, la cosa sería tragicómica.
Pero bueno, es el máximo de espontaneidad que puedo dar. Y esto lo sostengo, convencido y con mucho cuidado, para que no se caiga.
Caigá le decía al Caiguá, el bar que estaba frente a lo de Anita Markarian -aquella vieja misteriosa que vivía con gatos y que siempre cargaba con bolsos vacíos-, cuando me iniciaba en el habla. La muzzarella del Caiguá era alta como tasa de crecimiento china y el fainá de orillo jamás venía tal. La atención y el olor ambiente, exquisito y agradable no respectivamente.
Hubo un mozo de lo más simpático en aquella época. Provino de una colonia inglesa del África occidental; hablaba muy bien el castellano y sus variantes, pero tenía una dificultad que distorsionaba sus mensajes, que nunca pudo subsanar: confundía el orden de las palabras.
Yo era muy inquieto; molestaba a otros comensales, me revolcaba en el piso y rompía vasos del Caiguá. Medhro, el mozo africano, posaba su mirada sobre mí y yo quedaba quietesito. Estaba ducho en el trato con chiquitos inquietos. Recuerdo bien cuando lo despidieron.
El rubro, al igual que cualquier sector pos-recesión interna, estaba deprimido. La situación y una de sus secuencias era esta: caja chica transparente, dueño alérgico y caldera de lata, ve la caja, ambiente húmedo. Dos ronchas aparecen en su cuello. Mehdro se encarga de la tercera y cuarta cuando confunde "tres panchos, dos con muzzarella" con "tres panchos con dos muzzarellas". Al dueño del Caiguá le quedaban cuatro ronchas de vida. Así lo despidió: "go with your dolls Mehdro, go".
Me drogo fundamentalmente a base de pasta. Mantiene mi autoestima en el nivel justo y me da rédito bajo forma de ahorro porque es lo más barato que hay en la vuelta. Le doy mucho a las moñitas, a los discos de pasta, pero más que nada a la pasta de diente. La última vez que me di vuelta fue con tirabuzones.
Tira-Buzones Boreal ya había igualado la posición de Tira-Buzones Austral con el último buzón derribado, penúltimo de treinta y siete, correspondiente a la última fecha (o zona Nuevo París – Larrañaga) del Campeonato Último Tirabuzón. El buzón de la vereda oeste a la altura de Cándido Juanicó, tomando la rambla como el inicio del bulevar, esperaba a Boreal, con una invitación a los quince minutos.
Se relamían los hacedores de poesía deportiva imaginando rimas con "hegemonía", "fama", "culo". Los vecinos de Propios llegaban en romería, agolpándose en busca del mejor lugar para apreciar aquel potencial hecho histórico. Les importaba un carajo la competencia, los Tira-Buzones como personas y hasta un fugaz reconocimiento popular por haber salido con cara de nabos detrás de Boreal en las tapas de diarios y revistas. Sólo afanaban lo inédito. Con eso, harta baboseada le pegarían a los vecinos de Ajenos.
El buzón en cuestión resultó durísimo; encima estaba lleno de cartas. Boreal intentó por todos los medios derribarlo: probó con un medio tanque, con un tren, con su medio hermano, con los codos y la frente. No pudo. Ni aplicando el doble de fuerza con una botella de medio y medio.
El tipo presenciaba cómo su azaroso destino se hacía añicos y con qué rapidez las hormigas se devoraban su dedo, luego de la ablación. La gente no abdicaba en su aliento; improvisaba cánticos demagogos y algunos trataban de hacerle el trabajo más fácil a Boreal, taladrando en la esquina o implorando ayuda. Esto le dio fuerzas; físicamente, estaba echo pedazos.
Manoteó un megáfono y anunció lo que haría. Mucha gente lo escuchó. Algunos comenzaron a llorar, rabiosamente. Era un recurso muy riesgoso, de veras. Verás que es así.
Su vida ya no sería la misma tal vez; quizás su vida, ya no sería igual. Nada lo es luego del éxito tirabuzonero. Allá fue que fue.
Desproveyó de resguardo el utensilio, que era femenino. Tomó contacto con el exterior: la peló. Le habló, la mimó, la trató de compañera de ruta, la frotó para que entrase en calor, le prometió que la cuidaría si algo salía mal y... ¡zasss!
-Perdóneme. Voy a pedirle que retome desde el principio.
-¿Por qué?
-Una mosca se posó en mi antebrazo y me desconcentré. Igual, retome donde dejó que yo me arreglo.
-Me parece mejor y más barato. Estaba con lo de los Tira-Buzones. Fractura expuesta a toda la gente de tibia, pero no de peroné.
"Pero nene, no se quede mirando y coadyuve. ¿No ve que se hizo carozo la tibia pero no el peroné?", me acuerdo le ordenó un viejo a un botija.
El otro tirabuzones no se portó bien conmigo. Cuando precisó guita para llevar a los pibes a comer algodón con azúcar yo le compré todo el saldo de 75, 87 y 89. Cuando no tenía un mango partido por la mitad y los guachos deliraban por manzana acaramelada yo me llevé los apolillados y los apelotonados. Y esta la descose!
Cuando no tenía un mango partido por la otra mitad y precisaba la moto para recibirse de tirabuzón, adivine quién fue su garantía. Ahora el botón dice que se le complicó lo de mi hermano, desagradecido de mierda.
¿Usted conoce alguien?

1 comentario:

Anónimo dijo...

NOS COPIARON NO SE LLAMA ."despedidajusticia.blogspot.com _(Enana Feudale)_ ¿como se llama marce? SE LLAMA nuncalapunta.blogspot.com Nooooooo.....Aveeerrr.....